El Aconcagua ha dependido del levantamiento general de la Cordillera.
El territorio argentino forma parte de la placa sudamericana, que es empujada hacia el oeste por las fuerzas expansivas de la dorsal Meso atlántica. En este movimiento enfrenta la oposición de la placa Nazca, empujada hacia el este desde la dorsal del Pacífico oriental. Se produce entre ambas un área de subducción donde las placas que chocan se van superponiendo, una de ellas se hunde, fundiéndose poco a poco en los materiales del manto.
En estas zonas se producen fenómenos muy complejos: Al hundirse originan fosas marinas. Se forman las montañas por el plegamiento y ascenso de materiales acumulados en el borde occidental de la placa sudamericana. Estos reacomodamientos de materiales producen sismos y erupciones volcánicas que coincide con las grandes fosas marinas alineadas contra la costa pacífica y con la zona montañosa del continente.
El territorio argentino forma parte de la placa sudamericana, que es empujada hacia el oeste por las fuerzas expansivas de la dorsal Meso atlántica. En este movimiento enfrenta la oposición de la placa Nazca, empujada hacia el este desde la dorsal del Pacífico oriental. Se produce entre ambas un área de subducción donde las placas que chocan se van superponiendo, una de ellas se hunde, fundiéndose poco a poco en los materiales del manto.
En estas zonas se producen fenómenos muy complejos: Al hundirse originan fosas marinas. Se forman las montañas por el plegamiento y ascenso de materiales acumulados en el borde occidental de la placa sudamericana. Estos reacomodamientos de materiales producen sismos y erupciones volcánicas que coincide con las grandes fosas marinas alineadas contra la costa pacífica y con la zona montañosa del continente.
Estudios geológicos sitúan la elevación del cerro Aconcagua en la era permotriásica, unos 200 a 280 millones de años atrás.
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